viernes, 7 de marzo de 2008

El Gigante Extremeño. Museo Antropológico. Madrid.


Agustín Luengo Capilla nació en Puebla de Alcocer el año 1826 en la calle Colón número 10.
Fue conocido con el sobrenombre de El Gigante Extremeño y probablemente fue el español mas alto de todos los tiempos. Su talla era de 2 metros y 35 cm.
De su infancia se sabe que fue un niño enfermizo y durante su juventud trabajó en un circo como atracción, exhibiendo sus descomunales manos, capaces de ocultar un pan de 1 Kg y sostener una cuartilla de grano o aceitunas. Al ser la casa de sus padres de reducidas dimensiones tuvieron que hacer agujeros en las paredes para poder sujetar las tablas de la cama donde descansaba
Por aquella época se estaba montando el Museo Antropológico de Atocha en la capital de España, dirigido por el doctor D. Pedro González Velasco, catedrático de Anatomía de la Universidad San Carlos de Madrid. Enterado de la existencia del gigante, se puso en contacto con él, comprándole su cadáver a cambio de una renta diaria de 2,50 Ptas. mientras viviera. Una vez fallecido, su cadáver pasaría al Museo Antropológico, donde se conserva su esqueleto hasta la fecha actual
Sometido a reconocimiento médico se comprobó que padecía una tuberculosis ósea en estado muy avanzado, muriendo a la corta edad de 28 años. Se cuenta que no tuvo una vida muy acorde con la enfermedad que padecía y advertido por el doctor le contestó: no se preocupe Vd., cuanto antes muera yo, antes cobrará Vd. y menos gravoso seré a su bolsillo.
Descendientes suyos conservan algunos objetos como un lienzo con su imagen y un descomunal par de botas que le regaló el rey Alfonso XII, algunos calcetines y un gorro de terciopelo carmesí. Algunos de estos objetos se exhiben en el Museo Etnográfico de Puebla de Alcocer.

La Vénus hotentote. Museo del hombre de Paris.


Francia acepta devolver los restos de Saartjie Baartman, La Vénus hotentote, o lo que queda de ella, podrá por fin descansar en paz en su tierra. Los restos mortales de esta mujer, que en el siglo XIX asombró a los europeos con su anatomía, serán devueltos a Sudáfrica gracias a una proposición de ley aprobada ayer en comisión por la Asamblea Nacional francesa. Tras un sinfín de embrollos diplomáticos, jurídicos y administrativos, concluye así una historia tan sórdida como rocambolesca.

La muchacha procedía efectivamente de la etnia sudafricana de los hotentotes, denominada hoy por los antropólogos como khoisan. Fue capturada de niña después de la masacre de su familia y se convirtió en esclava en la granja de un colono holandés. En 1810, con apenas 20 años, un marino británico la llevó a Londres para exhibirla.

Y es que Saartjie Baartman, poseía un trasero particularmente abultado y prominente y unos órganos genitales externos hipertrofiados. Eran características típicas de algunas mujeres de su etnia, pero los europeos no habían visto nunca nada semejante. El marino hizo su agosto mostrándola en circos y ferias, primero en Gran Bretaña y luego en París, con el nombre artístico de la Vénus hotentote, que llegó a inspirar la composición de un vodevil.

Así lo relata el senador Philippe Richert, en el informe que ha respaldado la devolución de los restos a Sudáfrica. Baartman despertó también la curiosidad de la comunidad científica y en 1816, cuando terminó su triste vida, el Museo Nacional de Historia Natural de París se encargó de moldear en yeso su cuerpo y de mantener guardados en formol su cerebro y sus órganos genitales.

Pero no acabó ahí la exhibición de la bella. Su esqueleto y el molde pudieron contemplarse en los museos franceses hasta 1976 y el molde, ya solo, hizo una última aparición en 1994.Para entonces ya empezaban a alzarse voces en favor de la repatriación de Baartman, «convertida en su país en símbolo de la explotación y de la humillación sufridas por las etnias sudafricanas durante el doloroso periodo de colonización», según el senador Nicolas About, autor de la proposición de ley.

El presidente Nelson Mandela planteó la cuestión a François Mitterrand ya en 1994. Sin embargo, en palabras del senador Richert, «la incompetencia ha rivalizado con el absurdo» en este caso y la petición sudafricana topó con la burocracia francesa. En fechas recientes, mientras un secretario de Estado invocaba la inalienabilidad de las colecciones nacionales, un ministro le contradecía apelando nada menos que a la ley de bioética, según la cual los restos no pueden ser objeto de un derecho patrimonial.

Aprobada finalmente la restitución en el plazo de dos meses, el problema consiste ahora en localizar lo que queda de la Vénus hotentote tras sus numerosas peripecias. El molde y el esqueleto se encuentran al parecer a buen recaudo, pero de los frascos de formol donde se conservaban los genitales y el cerebro, ni rastro. El antropólogo Steve J. Gould recuerda haberlos visto en un estante del Museo del Hombre de París, «justo encima del cerebro de Broca», otro afamado cirujano y antropólogo.

Un empleado del Museo cree que los envases pudieron romperse en 1983 ó 1984, cuando se desplomó la estantería del armario metálico que los albergaba. «Esta respuesta, que se reduce a una simple suposición, es preocupante, tratándose de piezas de las colecciones y además, de restos humanos».

El negro de Banyoles. Museo Darder de Banyoles (Girona).


En las próximas semanas un avión devolverá a Africa el cuerpo disecado de un guerrero negro. Durante casi cien años ha estado en una vitrina del Museo Darder de Banyoles (Girona). En 1991 Alphonse Arcelin, un médico de Haití residente en España, pidió que el guerrero fuera devuelto a Africa. Denunció que su cuerpo estaba expuesto en el museo como si fuera un animal exótico. Desde entonces la polémica no ha cesado. Desde 1997 el guerrero espera en el almacén del museo una decisión sobre su futuro. Finalmente su destino será Botswana.
El cuerpo del bosquimano fue extraído de su tumba y disecado la misma noche de su entierro. Parece ser el cadáver de un guerrero de la tribu bosquimana, procedente de una zona hoy situada al norte de Sudáfrica. Se expuso en París a partir de 1831 y el doctor Darder lo compró en 1916.

Un hombre español. Museo d'Allard. Francia.


El museo d'Allard de la ciudad francesa de Montbrison guarda el cuerpo disecado, a principios del siglo XIX, de un hombre español.
El cadáver disecado reposa desde hace más de 150 años en un modesto ataúd de madera situado en el museo donde antaño residió un rico aristócrata. La apertura de la tapa del ataúd ha respondido a la solicitud de un periodista catalán que realiza una investigación sobre los soldados españoles que cayeron prisioneros de Napoleón I a partir de 1809, después de la invasión de la Península Ibérica por el ejército del emperador. Algunos se exiliaron en Forez, en el centro-este de Francia.


Según los historiadores de la región, el hombre habría sido contratado en suelo francés por el notable de la ciudad Jean-Baptiste d'Allard para trabajar como albañil en la construcción de su palacete. Habría muerto al caer de un andamio cuando tenía unos treinta años de edad.

El rico aristócrata tuvo entonces la idea de disecar el cuerpo del trabajador para colocarlo junto a otras especies animales -osos, tigre, jiraja y varias aves- a las que sometió a la misma suerte, con el fin de exponerlas en su "sala de curiosidades" en el interior de su nueva vivienda.