
El museo d'Allard de la ciudad francesa de Montbrison guarda el cuerpo disecado, a principios del siglo XIX, de un hombre español.
El cadáver disecado reposa desde hace más de 150 años en un modesto ataúd de madera situado en el museo donde antaño residió un rico aristócrata. La apertura de la tapa del ataúd ha respondido a la solicitud de un periodista catalán que realiza una investigación sobre los soldados españoles que cayeron prisioneros de Napoleón I a partir de 1809, después de la invasión de la Península Ibérica por el ejército del emperador. Algunos se exiliaron en Forez, en el centro-este de Francia.
Según los historiadores de la región, el hombre habría sido contratado en suelo francés por el notable de la ciudad Jean-Baptiste d'Allard para trabajar como albañil en la construcción de su palacete. Habría muerto al caer de un andamio cuando tenía unos treinta años de edad.
El rico aristócrata tuvo entonces la idea de disecar el cuerpo del trabajador para colocarlo junto a otras especies animales -osos, tigre, jiraja y varias aves- a las que sometió a la misma suerte, con el fin de exponerlas en su "sala de curiosidades" en el interior de su nueva vivienda.
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